Ucrania y Rusia se acusaron mutuamente de destruir parcialmente una represa en el sur ucraniano, un crimen de guerra que obligó a evacuar las localidades aledañas ante las inundaciones, genera riesgos ecológicos por el vertido de material contaminante y elevó el alerta en la planta nuclear de Zaporiyia que usa el agua de esa presa para refrigerar sus reactores.
La represa hidroeléctrica de Kajovka, ubicada a 60 kilómetros de la ciudad de Jerson, es una infraestructura clave del sur de Ucrania y abastece de agua a la península de Crimea, anexada por Rusia en 2014.
Tanto esa instalación como la central hidroeléctrica fueron tomadas por las tropas rusas al inicio de la invasión a larga escala del país vecino, lanzada el 24 de febrero de 2022.
En ese marco, las autoridades designadas por Moscú en esa zona acusaron a Kiev de destruir la construcción a través de “múltiples ataques”.
En sintonía, el Kremlin atribuyó a un “sabotaje deliberado” de Ucrania la destrucción parcial de la represa.
“Se trata sin duda de un acto de sabotaje deliberado de la parte ucraniana, que fue planificado y ejecutado por orden de Kiev”, declaró a la prensa el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov.
“Toda la responsabilidad es del régimen de Kiev”, insistió el funcionario, y afirmó que uno de los objetivos de lo ocurrido es “privar de agua a Crimea”.
Según el vocero, “este acto de sabotaje podría tener consecuencias muy graves para decenas de miles de habitantes de la región” de Jerson, así como “consecuencias medioambientales”.
En cambio, responsables ucranianos acusaron a Rusia de haber destruido la presa con tal de “frenar” la contraofensiva que Kiev prepara para recuperar el terreno perdido en el sur y el este del país.
El responsable de la administración militar ucraniana en Jerson, Oleksander Prokudin, dijo que varios pueblos quedaron “completamente o parcialmente inundados” y que habían empezado a evacuar la población de la zona.
“Unas 16.000 personas se encuentran en la zona crítica en la orilla derecha de la región de Jerson”, dijo en redes sociales Prokudin, citado por la agencia de noticias AFP.
En cambio, el jefe del gobierno local nombrado por Rusia, Andrei Alekseyenko, dijo que ninguna gran población se encuentra amenazada de inundación tras la subida de “entre 2 y 4 metros” de las aguas.
Por otro lado, las autoridades ucranianas indicaron que la destrucción parcial de la represa provocó el vertido de “150 toneladas de aceite de motor” en el río Dnieper y advirtieron del riesgo medioambiental.
“Existe igualmente un riesgo de nuevas fugas de aceite, lo que tiene un impacto negativo en el medioambiente”, dijo en Telegram Daria Zarivna, consejera de prensa del jefe de la administración presidencial ucraniana, Andriy Yermak.
La represa de Kajovka también abastece de agua de refrigeración a la central nuclear de Zaporiyia, pero el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), agencia de la ONU que dirige el argentino Rafael Grossi, indicó que no hay un “riesgo inmediato”.
“El OIEA está al corriente de las informaciones del daño en la represa de Kajovka, los expertos en la central nuclear de Zaporiyia están vigilando de cerca la situación, no hay un riesgo inmediato de seguridad nuclear en la planta”, dijo el ente en Twitter.
La dirección de la central de Zaporiyia, bajo ocupación de Moscú, coincidió en que no hay una amenaza para la planta atómica.
“En este momento no hay amenaza para la seguridad de la central nuclear de Zaporiyia”, indicó en Telegram el director Yuri Chernichuk.
En cambio, para los ucranianos, el peligro de “catástrofe nuclear” en la central “aumenta rápidamente” tras la destrucción parcial de la represa a 150 kilómetros de distancia, dijo un consejero de la presidencia en Kiev.
“El mundo se encuentra una vez más al borde de una catástrofe nuclear, dado que la central nuclear de Zaporiyia ha perdido su fuente de refrigeración. Y este peligro aumenta rápidamente ahora”, lamentó Mijail Podoliak en un mensaje dirigido a periodistas.