El giro a la izquierda que ocurre actualmente en los Gobiernos de América Latina se pudo palpar en los discursos presidenciales del 78.º período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que se celebra esta semana.
Especialmente unificados se mostraron estos Gobiernos en su disconformidad con la aplicación de sanciones por parte de EE.UU. hacia Venezuela y Cuba. También hubo consenso, entre estos, en torno a protestar por la inclusión de Cuba en la “lista de países que patrocinan el terrorismo” que mantiene el Gobierno de EE.UU.
A partir de la asunción del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el colombiano, Gustavo Petro, las críticas a estas políticas se han hecho comunes en este tipo de foros. Pero la contundencia con que el mandatario chileno, Gabriel Boric, se adhirió a este reclamo, igual que sus homólogos de Argentina, Alberto Fernández, y de Honduras, Xiomara Castro, dan cuenta que hay un reclamo formal, sentido, de la región a Washington.
, cuya posición fue moderada durante los primeros años de su período presidencial, en esta ocasión ha sido categórico: “La Argentina se opone firmemente a la utilización de medidas unilaterales de coerción y a la adopción de prácticas comerciales discriminatorias. La perpetuación del bloqueo contra Cuba es inadmisible. Año tras año, esta Asamblea General reclama por una abrumadora mayoría la necesidad de poner fin a dicho bloqueo”. Luego, Fernández remarcó la exigencia de sacar a Cuba de la mencionada lista: “solicitamos, una vez más, la exclusión de Cuba de la lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo internacional”. En igual tono de protesta requirió: “cesar de inmediato las sanciones impuestas por los Estados Unidos a Venezuela”.