Harrison Ford se calza por última vez el fedora y el látigo en “Indiana Jones y el dial del destino”, quinta entrega de esta franquicia que, con su estreno en salas locales el próximo jueves, se despide de un ícono absoluto del cine de aventuras.
Un poco lejos de ser el héroe inusual que el público recuerda, listo para esquivar trampas y golpear nazis, el protagonista que encuentra su periplo final no es el mismo de siempre: al borde de la jubilación, solitario, algo abrumado por su entorno, un poco mal llevado y sarcástico como de costumbre, el paso del tiempo también le tocó al profesor Jones. Pero para Ford, justamente, esa era la partida ideal.
“Es un gran lugar para empezar, nunca te hubieras esperado verlo en ese contexto, y a la vez encaja con su conducta de una manera hermosa”, afirmó el actor de 80 años, de semblante serio pero simpática predisposición, en diálogo con Télam y junto al director James Mangold, sobre el tono con el que elige retirarse uno de los personajes que más marcaron y acompañaron su trayectoria, desde el lanzamiento de la genial “Los cazadores del arca perdida” en 1981.