La banda alemana bindó una clase magistral de música electrónica, en un espectáculo en el que una vez más borró las fronteras entre las máquinas y los seres humanos a la hora de la creación y la interpretación.
Con la autoridad de haber sido pionera absoluta de la música electrónica en tiempos en los que el rock and roll dominaba la escena y todavía contaba con un largo y prometedor camino por delante, la banda alemana Kraftwerk ofreció la noche de este martes en el Movistar Arena, del barrio porteño de Villa Crespo, una clase magistral en la materia, en un espectáculo en el que una vez más borró las fronteras entre las máquinas y los seres humanos a la hora de la creación y la interpretación.
En su sexta visita a nuestro país, el cuarteto encabezado por Ralf Hütter, único miembro original, repasó toda su historia, en un recorrido que podría leerse como una victoria total, si se examina en el presente el rol que tienen en la música los sonidos electrónicos.
Curiosamente, en las dos horas que duró el concierto, la mayor parte del público priorizó poner todos los sentidos en el espectáculo visual y sonoro, más que entregarse al baile como si estuviera en una rave. Y eso que sobraron climas y ritmos que invitaban a mover el cuerpo.
En tiempos donde los sonidos electrónicos ya no son materia de rechazo en un concierto, incluso para los rockeros más radicalizados, Kraftwerk vino desde los `70 para recordar que lo habían hecho antes que todos y que aún están en condiciones de seguir marcando caminos. Para ellos, el futuro había había llegado desde hacía un buen rato.